miércoles, septiembre 10, 2008

La fin del mundo!


Quienes tuvimos suficiente conciencia en los 90 recordaremos un tópico comun por aquellas épocas: el terror al fin del mundo en el año 2000. Se venía, como una locomotora imparable, sobre nosotros. Recuerdo las tapas de revistas pseudo científicas, haciendo referencia a terremotos, deshielos, explosiones, guerras...
Para algunos, de tradicion malthuseana, la cosa parecía un ajuste de cuentas divino; y esperaban ya con una sillita en el frente de casa la aparición en los cielos de cuatro jinetes enloquecidos (otros, más dados a la libre asociación, no caían en tal ingenuidad infantil, y apuntaban a señales más rebuscadas mientras investían a tristísimos personajes mediáticos caídos luego en el olvido con títulos de anticristo...).
Para otros, no tan amigos de la tradición cristiana, pero embebidos en el viejo concepto de la Gaia (o la Pachamama aborigen latinoamericana), la tierra nos mostraba su furia: harta de nuestra ciega ambicion, de nuestra miope necesidad de consumirla a grandes tajadas, ahora se vengaba, incluso se suicidaba con tal de deshacerse de nosotros.

Y cuando la ciencia parecía imponerse, y cuando se acercaba la fecha y la gente se preocupaba más por comprar cenas en hoteles pare recibir el Millenium que por la fin del mundo, repentinamente apareció esa cosita que la histeria colectiva necesitaba para dispararse en una nueva recorrida global: el Y2K. Si, por un error de programación (del inventor de la computadora, Juan Carlos Software), las compùtadoras alterarían su funcionamiento a partir de las 00hs del 01 de enero del 2000. Y entonces?
Entonces sobrevendría el caos.

Nuevamente, los fanaticos religiosos lo vieron como un indicio de justicia divina ante la arrogancia humana de psotrarse ante el nuevo dios de silicón. Los pachamamescos prefirieron interpretarlo más como una ironía del destino, y una merecida golpiza a esa ciencia q en menos de trescientos años había mutilado al planeta.

Y que pasó?

Nada. No pasó nada. Un par de tipos hicieron modificaciones al software (y se llenaron de plata, clarostá, q el nuevo milenio fue una mina de oro pa muchos) y el mundo siguió andando. No hubo fallas hecatómbicas, ni terminamos desnudos en las calles cazando algun tipo de animal mutante generado por las rupturas de las centrales nucleares... Sino que aquí estamos.

Ahora bien: desde hace un tiempo que se viene hablando "del nuevo fin del mundo", gracias a "la maquina de Dios". Juro q cuando lo escuché por primera vez, pensé q se referían a la selección argentina del 86. Al ratito me lo tradujeron: en suiza se estaba fabricando "una maquina para hacer agujeros negros; y el agujero negro se iba a comer la tierra". Y ahi empezó todo otra vez.
A ver: los asceleradores de partículas existen desde hace añares. Muchos de ellos, incluso, en nuestras propias casas! El tubo de la tele vieja, antes del plasma, no es otra cosa q un acelerador de partículas. La maquinola con la que nos hacen radiografías en los hospitales tambien. No es otra cosa que, como su nombre lo indica, un aparato hecho para que particulas se muevan a alta velocidad, colisiones y, por ello, desprendan energía.
Son estas particulas de las cuales los físicos se valen para realizan sus investigaciones en el campo de la cuántica; y dentro de estas, está la posibilidad de generar simulaciones del comportamiento de las partículas en un agujero negro, por decirlo de algún modo. (No pretendan exactitud; más bien despejar un poco este embrollo).

No, no vamos a tener un agujero negro chupandonos todo. No, no va a acabarse el mundo por haber inventado esta maquinola (lejana, muy lejana, a la del maravilloso cuento Los nueve mil millones de nombres de Dios, de ese loco que usaba pollera, Arthur C Clarke). Y lo lamento, sinceramente, para todos aquellos románticos de barrio que intentan, sin cansancio, seguir valiéndose de la clásica frase "Dale, negrita... q se viene el fin del mundo..."
Como les decía, sobreviví al primero de enero del 2000. Y me traigo, de esos años de terror que hoy nos parecen estúpidos, una de las mas grandes predicciones de entonces, lanzada al aire por el difunto José Chung, la última línea de su ultimo libro...

"Con todo esto en mente, con humildad arrojo mi predicción de lo que nos depara a todos el nuevo milenio:
Mil años más de la misma basura
".

(Para leer algo más fiable sobre el LHC, pasen por acá)

No hay comentarios.: