Que estas iban a ser unas elecciones reñidas y más q interesantes era algo cantado. Que iban a funcionar como un “simulador” para las cercanas elecciones para el ejecutivo nacional, también. Y lo que muchos veíamos venir (y a la vez rezábamos por que no ocurriera) era q en estas elecciones se iba a repetir un patrón viejo, casi obvio y retrógrado como el que se presentó en las elecciones del 2003, allá cuando el país todavía estaba agitado por el ruido de cacerolas y un dólar que parecía montado en un subibaja.
El golpe a la credibilidad que han recibido las instituciones políticas no peronistas después del 2001 ha llevado a un panorama político un tanto monótono, que incluso roza con una falta de diversidad peligrosísima. La multiplicidad es, necesariamente, un motor de la vida republicana: es desde ella que nace el disenso y, consecuentemente, el diálogo. No hay nada más muerto, por más chillones que sean sus ocupantes, que un Senado dominado por un partido.
Y es en esta falta de disenso, y ante la consecuente falta de diálogo, que surge el panorama político que ya sumió a la Argentina en uno de esos clásicos escenarios apocalípticos que tantos sufrimos los ciudadanos, y que tanto aprovechan los políticos.
Hace cuatro años volvía una figura controversial (para muchos de nosotros sombría) a las urnas: Carlos Saúl Menem. Y trajo a cuestas una plétora de opositores fraccionados, y un electorado más confuso aún. La cuestión era clara: el candidato neoliberal ganaría el derecho a ballotage; el asunto era encontrar quien sería su compañero de baile para la segunda vuelta.
El triunfo de Kirchner en aquella segunda vuelta fue virtual: jamás se llegó a realizar el acto puro del ballotage. Menem, a sabiendas que el voto castigo sería su perdición, prefirió una “salida honorable” y se bajó de la segunda vuelta. Kirchner, personaje hasta entonces prácticamente desconocido para la mayoría del electorado, se convirtió en Presidente de la Nación Argentina no por mérito propio, sino por el miedo de la mayoría a repetir un error.
Curioso es que, cuatro años después, estemos ante una encrucijada similar. Hace algunas horas Macri, el candidato de la derecha y ligado al modelo neoliberal de los 90, obtuvo más del 45% de los votos en la elección para jefe de Gobierno de la Ciudad de BsAs. En segundo lugar se irguió Filmus, el candidato kirchnerista. Y triste es llamarlo así, pero realista: poco conocido era Filmus hasta no hace mucho para aquellos no interesados en política. Hombre del sector educativo y de bajo perfil, no fue extraña su elección por parte del oficialismo para representar sus intereses en estas elecciones. Pero recalco: el hombre del oficialismo. Y esto es algo que se repite, y que sale constantemente de la boca del mismísimo Filmus: él es el candidato de Kirchner; aquél que viene traer a la Capital el proyecto K nacional. Para muchos, no es otra cosa q un títere.
Entonces, nuevamente: un desconocido, y un neoliberal. Escenario nuevamente apocalíptico: o “volver al pasado”, o apostar “a los q miran al futuro”. Como rezaban las pancartas y graffitis antes de la primera ronda: Macri o Kirchner (del pobre de Filmus nadie parecía acordarse).
¿A favor de quien estoy? Pos de ninguno de los dos. En realidad, no estaba a favor de ninguno de los tres. Pero creo q la opción más sana para la ciudad, para nuestra república, hubiera sido un duelo en segunda vuelta sin el candidato K. Y no porque me desagrade (refleja honestidad, no se discute), sino porque nos trae de vuelta a un escenario apocalíptico. Y ante tales circunstancias, ante la polaridad sin más opciones, las desiciones se hacen más por miedo que por inteligencia. Más veloces que meditadas; más por instinto (en un animal que, según los estudiosos, se distingue por no tenerlos) que por sabiduría.
No olvidemos nunca que la realidad es un escenario, y como tal, se monta. En nosotros, ciudadanos, está el elegir nuestro rol: el de cuestionar esa realidad, el de participar en la construcción de una nueva, o el de ser simples espectadores. Pero lo fundamental, hagamos lo que hagamos, son la memoria y el espíritu crítico, pilares preciosos de nuestro papel. Sea este cual elijamos que sea.
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Hace 3 años.